Las mascotas ofrecen múltiples beneficios a los adultos mayores, en términos afectivos, anímicos y de salud mental.
Según la Encuesta de Envejecimiento Saludable realizada en Estados Unidos durante la pandemia de 2020, el 75% de las personas mayores que conviven con mascotas aseguraron que su nivel de estrés se había reducido, mientras que un 78% afirmó sentirse más activos físicamente y sentir menos dolores y enfermar menos. Se afirma que el efecto de la compañía tranquila entre humanos y mascotas, reduce la presión arterial de la persona y aumenta los niveles de neuroquímicos vinculados a relajación y unión.
Las mascotas (definidas como aquellos animales que se encuentran bajo control humano), vinculados a un hogar, compartiendo intimidad y proximidad con sus cuidadores, y recibiendo un tratamiento especial de cariño, cuidados y atención que garantizan su salud, adquieren una importancia cada vez mayor en la vida moderna y en las grandes ciudades.
Los establecimientos para adultos mayores se transforman en una herramienta fundamental para su desenvolvimiento, visibilizando los deseos de envejecer siendo cuidados, asistidos y respetando los lazos sociales establecidos. Numerosos estudios dan cuenta de la importancia de los vínculos sociales y afectivos para lograr una vida plena cualquiera sea la etapa del ciclo vital. La soledad y el aislamiento pueden convertirse en un serio problema socio-sanitario; la pérdida de vínculos sociales entre los adultos mayores ha demostrado mellar el estado de ánimo y también causar daños en la salud. Ello subraya la importancia de la compañía que representan las mascotas, las cuales ayudan significativamente a que al adulto mayor a mejorar su bienestar psíquico, físico y social. Alivian la sensación de soledad, no sólo por el vínculo y cariño generado entre el adulto mayor y el animal, sino también porque éste potencia las relaciones sociales con otras personas; el proceso de “cuidar” a una mascota, tanto en lo que refiere a su higiene como a su comida diaria o el juego, provoca que el adulto mayor se preocupe y disfrute del bienestar de la misma.
Frente al riesgo de ansiedad, apatía, depresión, deterioro del estado funcional que se puede desarrollar consecuencia de la soledad, la mascota favorece las rutinas diarias del cuidado:
-Mejora la autoestima: los perros demuestran su afecto sin importar la edad, la salud o la personalidad de la persona ayudando a paliar el sentimiento de soledad.
-Mejora del estado de ánimo: cuando se hace este tipo de terapia se observan mejoras notables en el estado de ánimo de las personas de la tercera edad que viven en una residencia
-Atracción del interés: los movimientos y el juego del perro atraen la atención y despiertan el interés de la persona mayor; reducción del estrés y disminución de la presión arterial: las personas que viven en una residencia a menudo echan de menos el contacto cariñoso. El contacto físico con el animal: acariciar, tocar o abrazar, ayuda a reducir el estrés y disminuir la presión arterial.
-Estimulación de la mente: una mascota atrae la atención y proporciona estimulación mental a través de los sentidos de la vista, el tacto, el olfato y el oído.
-Activación de la memoria: tener contacto con una mascota puede traer recuerdos de viejos tiempos, y esto activa la memoria de las personas mayores.
-Fomento de la actividad física: el contacto con un perro es una oportunidad para poder jugar y mostrar las habilidades físicas de la persona mayor pasando un rato divertido.
-Estimulación social: los perros han demostrado en varias ocasiones que facilitan el contacto social y esto puede ser útil para las personas mayores que viven en una residencia o que viven solas, mejorando también la relación con el personal sanitario / monitores del Centro.
Por todo lo expuesto es que decidimos presentar el siguiente proyecto de ley:
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